domingo, 12 de diciembre de 2010

NEWTON - escrito por Fina Morera 11/2010


Universo, es el nombre de la plazoleta de mi pueblo. Nadie sabe quien le dedico este título, pero así la hemos conocido siempre todos. En esta plaza han acontecido cosas muy importantes.


Mi tio me contaba que durante los años 1680, doña Inercia, hija directa de don Relativo Subordinado, fue una de la mujeres que más tiempo permaneció sentada en ella. No importaba la época del año. Daba lo mismo, siempre estaba allí.


El doctor Newton hombre de muchos análisis e investigaciones, fue llamado para discurrir si era normal lo que le pasaba a doña Inercia. Era conocido por su habilidad en trasformar la realidad que le rodeaba en puras fórmulas matemáticas. Eso le hacía más fácil identificar lo tangible de la vida. De esta manera fue como a doña Inercia le dedico la I, delgada y fina como su cuerpo y a la enigmática fuerza que la mantenía en la plaza la X, sólo por el hecho de ser una desconocida. Para el doctor Newton la cruz siempre fue el Gran Misterio.


Con el propósito de descubrir esa X, se sentó durante mucho tiempo en estado de profunda reflexión y contemplación en la plazoleta. Pasaban los años, la I y la X no variaban. Día tras día, Newton se sentaba en la plaza, sin que pasara gran cosa. Un dia entró en un estado de profunda ensoñación. En él advirtió que él mismo y doña Inercia eran dos cuerpos en contínuo reposo. Así fue como descubrió que las cosas tienen una tendencia a continuar en descanso. Y de ahí surgió la primera ley del movimiento: la ley de la inercia. Y de ahí el llamado péndulo de Newton. Sin embargo este acontecimiento histórico no nos incumbe en este fantástico relato.


En las crónicas locales, fueron transcritos todos los descubrimientos que Newton realizó y cuyo origen fueron atribuidos, en parte, a la plaza del Universo de mi querido pueblo y a doña Inercia, hija directa de don Relativo Subordinado.



Dedicado a mis amigos: Ross End por sus propuestas sin límites a lo razonable de la razón. Y a Mike Mill por sus transmisiones de conocimientos producto de indomables y contínuas ensoñaciones, como el mismísimo Newton.

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